jueves, 14 de junio de 2012

Poema de Vidriales



Nuestra Señora del Campo
 
Nobles tierras de Vidriales,
Campos de valor y fe ,
Dadme nuevas de mi Madre,
La Madre que siempre amé.

Ella en mi niñez
mí cuna meció,
por eso desde niño
siempre la quise yo.

Es nuestra Virgen de Campo,
dulce faro de la mar,
es el amor de mi alma
desde que yo supe amar.

En mi juventud
mis pasos guió,

Desde ese trono de gloria,
Reina y Madre del amor,
bendice a los fieles hijos,
calma su pena y dolor.

Vidrialeses, legad;
Vidrialeses, decid:
‘’Seremos, gran Patrona,
Tuyos hasta morir’’


Recopilado por Jesús F.

Poema Aliano.



POEMA ALIANO.

Paz a España, paz segura.
Canten abiertos los campos
dichosos de Extremadura.

Lean los niños, las flores,
y entre las negras encinas,
todos los trabajadores.

¡Lejos tanta noche oscura!
¡Para siempre en primavera
la tierra de Extremadura!

Yo os traigo en este pregón,
el libro, fuente de gracia,
que ilumina el corazón.

Agua tranquila, agua pura,
agua que riegue la sangre
del alma de Extremadura.

Libros de amor, luz, ensueño.
Alta vida y viento en calma
en todo el pueblo extremeño.

Que siga o entierro(Que siga el entierro)

Era unha muller mui folgazana, e non quería traballar. Polo que pasaba fame e estaba tan fraca que daba pena vela. Un día on veciños foron canda ela e dixéronlle: - Mira,coma ti calquera día morres de pé e nos andamos atareados no traballo, imos levatarte ó cemiterio e asi queda o traballo feito. Asi fixeron, e cando pasaba o entierro por dianta de unha casa, saliu inha muller caritativa que dixo: -Non a enterredes, que lle dou eu unha fanega de pan. Pero, en esto, levantou a cabeza a vella fogazana, e preguntóu: -Ise pan, ¿é crudo ou cocido? E, cando lle dixeron que crudo, contestóu: -Pois que siga o enterro.
Traducción
Era una mujer muy holgazana, y no quería trabajar. Por lo que pasaba hambre y estaba tan flaca que daba pena vela. Un día los vecinos fueron con ella y le dijeron: - Mira,coma tú cualquier día mueres de pie y nos andamos atareados en el trabajo, vamos levantarte al cementerio y así queda el trabajo hecho. Así hicieron, y cuando pasaba el entierro por delante de una casa, salió una mujer caritativa que dijo: -No la enterréis, que le doy yo una fanega de pan. Pero, en esto, levantó la cabeza la vieja holgazana, y preguntó: -Ese pan, es crudo o cocido? Y, cuando le dijeron que crudo, contestó: -Pues que siga el entierro.

El Cuento de Los Ladrones

Había una vez un hombre que debía mucho dinero,  tanto dinero debía que debía hasta a el cartero. Para que le perdonasen, se hizo el muerto. El hombre se encerró en un ataúd y la gente, que pensaba que estaba muerto, lo llevaron a  la ermita del pueblo.
Se le ocurrió esta idea porque  se había enterado de que unos ladrones iban a robar en el pueblo, y que iban a esconder el dinero en en la ermita, así que decidió esconderse en el ataúd para asustarles, llevarse el dinero y pagar lo que debía.
La noche del robo los tres hombres llegaron al la ermita con el dinero. Cuando vio que los ladrones estaban ocupados contando el dinero, salio del ataúd y les asusto. Los ladrones salieron corriendo de la ermita.  Aunque siguieron robando no volvieron a acercarse a la ermita nunca más. Al final el hombre pudo pagar sus deudas y seguir con su vida normal sin deber a nadie dinero.   
    

A la orilla del río


A LA ORILLA DE UN RÍO

A la orilla de un río,
una doncella
bordaba pañitos de oro
para la reina.
En lo mejor del bordado
le faltó seda.
Pasó un vendedor de seda:
-¿Quién compra seda?
-¿De qué color es la seda?
-Azul y blanca.
-¿A cómo vende la seda?
-A tres cincuenta.
Mi padre es un pobre viejo
no tiene nada,
de tres hermanas mías,
la mejor de ellas.
Se la llevaron lejos
de prisionera

El gallo Quirico.

El gallo Quirico.

Esta es la historia del gallo Quirico, que iba a la boda de su tío Perico, en el camino, se encontró un gusano en una charca:

-¿Dónde vas gallo Quirico? –Preguntó el gusano-.
-Voy a la boda de mi tío Perico. –Respondió amablemente el gallo Quirico-.
-¿Por qué no me llevas contigo?
-Muy bien, te llevaré dentro.
Y sin poder resistir la tentación el gallo se tragó el gusano ensuciándose el pico.
Tropezó con la hierba y le dijo:

-"Hierba límpiame el pico que voy a la boda de mi tío Perico.
-¡Muy bien, gallo Quirico!, pero antes dime: -¿Dónde está el gusano?
-No sé, no lo he visto.
-Gusano, gusano, ¿Dónde estás que hoy no te he visto? –Preguntó la hierba-.
-Aquí estoy en la tripita del gallo Quirico que me lleva a la boda de su tío Perico. –Respondió, ingenuamente el gusano-.
-Mal bicho Quirico, como me has mentido, ¡toma, toma! límpiate tú el pico.

Continuó andando y se encontró con la oveja y le dijo:

-Oveja cómete la hierba, que no ha querido limpiarle el pico, para ir a la boda de su tío Perico.
-¡Muy bien, gallo Quirico!, pero antes dime: -¿Dónde está el gusano?
-No sé, no lo he visto.
-Gusano, gusano, ¿Dónde estás que hoy no te he visto? –Preguntó la oveja-.
-Aquí estoy en la tripita del gallo Quirico que me lleva a la boda de su tío Perico. –Respondió, ingenuamente el gusano-.
-Mal bicho Quirico, como me has mentido, ¡toma, toma! límpiate tú el pico.

Buscó un palo y le dijo:

-Palo pega a la oveja, que no había querido comerse la hierba, que no le había limpiado el pico, para ir a la boda de su tío Perico.
-¡Muy bien, gallo Quirico!, pero antes dime: -¿Dónde está el gusano?
-No sé, no lo he visto.
-Gusano, gusano, ¿Dónde estás que hoy no te he visto? –Preguntó el palo-.
-Aquí estoy en la tripita del gallo Quirico que me lleva a la boda de su tío Perico. –Respondió, ingenuamente el gusano-.
-Mal bicho Quirico, como me has mentido, ¡toma, toma! límpiate tú el pico.

Y como el palo no quiso, fue en busca del fuego y le dijo:

-Quema el palo, que no quiso pegar a la oveja, que no quiso comerse la hierba, que no quiso limpiarle el pico, para poder ir a la boda de su tío Perico.
-¡Muy bien, gallo Quirico!, pero antes dime: -¿Dónde está el gusano?
-No sé, no lo he visto.
-Gusano, gusano, ¿Dónde estás que hoy no te he visto? –Preguntó el fuego.
-Aquí estoy en la tripita del gallo Quirico que me lleva a la boda de su tío Perico. –Respondió, ingenuamente el gusano-.
-Mal bicho Quirico, como me has mentido, ¡toma, toma! límpiate tú el pico.
Y como el fuego no quiso quemar el pelo, tropezó con el agua y le dijo:

-Que apagara el fuego, que no quiso quemar el palo, que no quiso pegar a la oveja, que no quiso comerse la hierba, que no quiso limpiarle el pico para ir a la boda de su tío Perico
-¡Muy bien, gallo Quirico!, pero dime: -¿Dónde está el gusano?
-No sé, no lo he visto.
-Gusano, gusano, ¿Dónde estás que hoy no te he visto? –Preguntó el agua-.
-Aquí estoy en la tripita del gallo Quirico que me lleva a la boda de su tío Perico. –Respondió, ingenuamente el gusano-.
-Mal bicho Quirico, como me has mentido, ¡toma, toma! límpiate tú el pico.
Después de tanto vapuleo, arrepentido el gallo Quirico, vomitó intacto el gusano, y el agua no tuvo que apagar el fuego, el fuego no quemó el palo, el palo no pegó a la oveja, la oveja no se comió la hierba, y la hierba limpió el pico del gallo Quirico que por fin, feliz y contento pudo asistir a la boda de su tío Perico.


FIN

Cuento popular.


El peregrino y el ladrón
Hace muchos años, cuando los cristianos llegaban a Santiago de Compostela desde los lugares más lejanos de Europa, un peregrino caminaba por un camino solitario sin más equipaje que un zurrón con escaso alimento. El peregrino había recorrido ya muchos miles de kilómetros e iba confiado, atento solamente a sus oraciones y muy ajeno a lo que de un momento a otro iba a sucederle, para su desgracia.
Un ladrón, que acechaba el paso de los peregrinos, se ocultó entre los arbustos, salto sobre el peregrino y le arrebató el zurrón. Pero furioso por la pobreza de su contenido, molió a palos al buen cristiano, que a duras penas pudo seguir su camino.Por suerte fue atendido por otros peregrinos que lo encontraron y, ya repuesto, pudo seguir hasta Santiago, donde rogó al Santo por la conversión de los pescadores.                                                           
Y sucedió que, en el camino de regreso, hallo malherido al ladrón que a la ida le había asaltado. Tenía una fea herida, consecuencia de ataque a gentes honradas que se habían defendido, y hubiera muerto sin cuidados del peregrino, que lo llevó cargado a sus espaldas hasta un lugar habitado.         
Sin duda, durante el largo caminar, el ladrón pensó seriamente en su vida, pues prometió que si se curaba peregrinaría hasta Santiago para pedir el perdón del Santo.
Y se curó, y en adelante llevó una vida ejemplar, dedicado a prestar su ayuda a los peregrinos.


                                                            FIN